jueves, 5 de agosto de 2010

VERANO, APRENDIZAJE Y DIVERSION

Cuando era niña y llegaban las deseadas vacaciones de verano, mi querido papusco me daba uno de sus inmejorables regalos: el placer de aprender. En ratitos libres, que en el universo infantil se traduce a muuuucho tiempo libre, nos sentábamos a la sombra y me avanzaba contenidos del curso siguiente con los famosos cuadernillos de "Vacaciones Santillana". Siempre me compraba los del curso siguiente y, de forma muy pedagógica,lograba que el aprender cosas nuevas fuera algo divertido, y ambos disfrutábamos mucho. También me enseñaba a jugar al ajedrez, y aunque nunca fui ni seré Kasparov, he pasado muy buenos momentos jugando. Ahora tengo 30 años, y tengo la inmensa satisfacción de poder repetir con mis pequeños lo que mi papusco puso en práctica conmigo. Y lo que es mejor, ellos son los que día a día me sorprenden pidiéndome que les enseñe más  y más cosas. Y ver sus caras de alegría cuando consiguen nuevos avances y triunfos...¡no tiene precio!

3 comentarios:

  1. He soltado un taco muy grande al haber escuchado el final del cuento. ¡Parece imposible!

    Yo también recuerdo con melancolía aquellos veranos en la montaña con mi tía-abuela. Cosas que no han de volver, pero que es bueno no olvidar.

    Disfruta de tus vacaciones

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  2. Muy bueno el cuento. Haber si como tu, me hago el ánimo y enseño al peque a jugar al ajedrez.

    Besos

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  3. que bueno tener esos lindos recuerdos con tu padre y poder repetir lo aprendido con tus hijos...me ha encantado conocer esa faceta tuya!!!

    Bss cielo!

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